Renovación de la Consagración al Sagrado Corazón


El 19 de octubre de 2019, en el marco de la celebración del centenario de la Consagración de España al Sagrado Corazón, tuvo lugar en el Cerro de los Ángeles la renovación de la consagración de cada una y de la Congregación al Sagrado Corazón de Jesús. Nos reunimos un total de treinta y dos hermanas. El mismo día tuvo lugar la renovación en las distintas comunidades.


Presidió la Eucaristía Monseñor D. Ginés García Beltrán, Obispo de Getafe, quien comenzó la homilía recordando lo especial de este lugar en el que más de un centenar de sacerdotes han recibido la ordenación sacerdotal. Casualmente había dos parroquias de Almería, la de san Agustín y la de san Sebastián, la última parroquia en la que estuvo de párroco D. Ginés.

Hemos venido, comenzó diciendo, para introduciros en el misterio del Corazón de Jesús, en el misterio del amor de Dios, un amor que es infinito. Como dice el salmo, “el Señor se acuerda de su alianza eternamente”. Para una sola cosa el Señor no tiene memoria, en lenguaje moderno, tiene alzheimer, se acuerda de todo menos del pecado. Cuando nosotros nos arrepentimos y pedimos perdón el Señor se olvida de nuestro pecado y solo se acuerda de su fidelidad. Su fidelidad es eterna. Ningún pecado es mayor que su fidelidad. Como dice el Apóstol, “donde abundó el pecado sobreabundó la gracia”.

La devoción del Corazón de Cristo – continuó diciendo- tiene una faceta importante, es la reparación. Es decir, pedir al Señor por los que no piden; rezar por los que no rezan; inmolarse por los que viven en el pecado; hacer que su amor brille realmente en nosotros, que su amor sea una realidad en mi vida, en la vida de mi familia, en la vida del mundo.

¿Tiene sentido consagrar España al Corazón de Jesús en esta España plural en la que vivimos? –se preguntan muchos-. Tiene sentido la consagración personal en la que le decimos al Señor soy todo tuyo y quiero ser todo tuyo; también lo tiene el decir quiero que tú reines en el corazón de todos mis hermanos, incluso en el de aquellos que no te conocen, que no te aman, o de aquellos que no te siguen, o te ignoran.

Queremos consagrar no solo nuestras personas y nuestras familias sino que queremos consagrar España y el mundo entero. Queremos consagrarlo a su amor porque su amor es capaz de cambiarlo todo. Dios quiere que “todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. La ley de la gracia abarca a todos, el amor de Dios es universal, esto es lo que celebramos en el misterio del Corazón de Cristo.

La consagración al Corazón de Cristo mira a un acontecimiento que pasó hace 100 años pero no podemos quedarnos en una mirada a lo que pasó hace años sino que debe ser el momento de un compromiso en el presente por seguir anunciando a Jesucristo.

Hoy tenemos que anunciar a Jesucristo, porque hay mucha gente que no le conoce, y no están lejos, en otros continentes, que también, sino que están en la puerta de al lado. Muchas veces son nuestros familiares, los hijos, los nietos… ante eso ¿qué voy a hacer? ¿Quedarme con los brazos cruzados o hablar? Es urgente ponernos delante de los hombres y dar testimonio de Cristo, a favor de Cristo.



















Tomamos como lema del año Jubilar “Sus heridas nos han curado” porque todos nosotros somos enviados por el Señor a curar las heridas del hombre de hoy, a curar las heridas del mundo y, ¡cómo sangra el hombre de hoy….! Y nosotros tenemos que acudir y curar sus heridas con el testimonio de nuestra caridad. Y para eso, permanecer muy unidos a él para que su amor pase a través de nosotros y llegue a todos.

Cuando estamos presionados por los problemas, cuando tenemos exceso de actividad, cuando vivimos en esta sociedad del estrés… no hay más que una salida, salir hacia arriba, perderme en Dios… ojalá que nosotros sepamos salir y esperar contra toda esperanza porque Dios ya ha vencido en su Hijo Jesucristo. Tenemos que colaborar con Dios para curar las heridas del mundo. Concluyo –dijo- invocando la protección de nuestra Señora de los Ángeles y dando lectura, en nombre de todos, a la oración de consagración de España.

Antes de terminar tuvo unas cariñosas palabras para las Siervas de los Pobres. “Quiero recordar aquí aquellas palabras del P. Reina. Dice que en la iglesia, como santa Teresita cada uno tiene su vocación y que vosotras sois los pies que se ensucian en el barro, no lo olvidéis nunca. Hoy necesitamos gente que se ensucie los pies. El que está en casa en la moqueta no se ensucia nunca pero tampoco evangeliza. Hoy lo que hace falta es salir como el papa nos invita a ser una iglesia en salida y a ensuciarnos los zapatos, ensuciarnos en bien de los demás, para la salvación de todos porque este es el misterio del Corazón de Cristo”.

Finalizada la Eucaristía, invitó a las hermanas a pasar al presbiterio para dar lectura, todas juntas, a la oración de consagración que tenemos en las Constituciones. Al terminar nos dirigió unas palabras.

“Un saludo muy cordial a mis queridas Siervas de los Pobres. En este momento recuerdo, porque me es muy cercano y muy querido al corazón, algo que decía el P. Joaquín Reina, vuestro fundador. Lo mismo que santa Teresita dice que quiere ser el corazón de la Iglesia porque quiere ser el amor, dice él a las siervas de los pobres: Vosotras sois los pies de la iglesia, esos pies que se meten en el barro, esos pies que llegan a la gente, esos pies que están entre los pobres. Quiero recordaros esto porque forma parte fundamental de vuestro carisma, de Hijas del Corazón de Jesús. El misterio del corazón de Cristo nos invita a ensuciarnos los pies.

Estar con la gente tiene peligros pero tenemos que ensuciarnos, ser los pies que se meten en el barro de la Iglesia, en el barro del mundo. Y, para llevarlo a cabo, dos palabras: conversión y santificación. Conversión personal de lo que somos e institucional de nuestro quehacer. Santificación personal y congregacional, para que a través de nosotras llegue a todos el Amor del Corazón de Jesucristo. Ser un signo del amor del Corazón de Jesús para los hombres de nuestro tiempo. Con un oído a Dios y el otro al hombre de hoy. Que Dios os bendiga a todas”.