Profesión temporal H. Janetth
“AQUÍ ESTOY, SEÑOR, PARA HACER TU VOLUNTAD”
Gracias a Dios he vivido un día de mi vida muy significativo porque hice mi profesión religiosa en la que le he ofrecido a Dios los votos de castidad,
pobreza y obediencia. Le entrego por completo mi corazón libre para amar como Él amó, en humildad, para hacer su voluntad. Aunque son temporales,
los he hecho a Dios libremente y para siempre desde ahora, con el amor que le tengo porque Él me amó primero y eternamente.
Un día escuché su llamada pidiéndome que le entregara algo más de mi vida que hasta ese momento le había dado, y sólo así mi corazón iba a tener paz.
Lo experimenté desde que comencé un camino de discernimiento y seguimiento a Jesús en mi vocación religiosa. Confío en Dios, que ha sido misericordioso conmigo que estará siempre a mi lado y yo quiero serle fiel con la ayuda de los sacramentos, de la oración, del acompañamiento
espiritual y con la ayuda de la Virgen María, para amarlo y amar a mi prójimo, en servicio y caridad, solo para mayor gloria de Dios.
Me siento muy feliz porque sé que estoy haciendo la voluntad de Dios y eso es lo que mi corazón buscaba y ahora que me consagro totalmente a Él, uniendo mi cruz a su Cruz,
le pido me dé la gracia de decirle cada día de mi vida: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.
Sólo necesito llenarme de su amor para llevarlo a los más necesitados, siendo realmente una Sierva de los Pobres, hija del Sagrado Corazón de Jesús. Doy gracias a M. María Romero Soto, Superiora General de la Congregación, a cada una de las hermanas que la formamos, a mis padres, hermano y familia, que siempre estuvieron
a mi lado, a todas las personas que pudieron acompañarme en este día y también a quienes me enviaron sus felicitaciones por mensaje y que aún no conozco. Gracias por sus palabras Juan Carlos.
Os pido un favor, pedid a Dios por mi perseverancia, GRACIAS. Dios los bendiga.
H. Janetth Ruelas Hernández
Reflexión de Juan Carlos Chamorro (Grupo de Oración del Colegio)
Hay un momento, después de acercarse bailando como una novia, en que se sienta ante él en soledad. Una soledad inmensa, y enfrente esta él, crucificado, el novio.
Ya no tiene a nadie más que a él, pero no lo puede tocar, solo imaginar: padre, aquí estoy, aquí empieza mi soledad contigo y mi misión,
no me dejes sola y no dejes que me canse, sabes que somos frágiles. Un beso y que sea lo que tú quieras!